La práctica de yoga tiene su génesis en una idea universal, pero al mismo tiempo, se trata de una práctica muy personal. Cada individuo entiende a su manera el movimiento, la meditación y la respiración y no hay dos mentes iguales, ni dos formas de entender la práctica del yoga idénticas. Cuando se trata de introducir la música en la práctica de yoga, nos encontramos de nuevo con un tema muy personal. Algunas personas prefieren acompañar algunos momentos de relajación con música, mientras que otras personas sienten que la música no pertenece al yoga.
La música suele tener un efecto en las personas. Una canción, un ritmo, un sonido continuo; todo nos termina afectando de un modo u otro. Puede que, la canción que para algunos sea alegre y vital, para otra persona sea una canción relajante. Puede, también, que algunas personas encuentren útil determinada música a la hora de practicar yoga, mientras que para otras no sea más que una distracción. Lo que sí es seguro es que estos dos conceptos tienen mucho que ver, y se retroalimentan continuamente desde los inicios de ésta práctica ancestral.
Además de la música especialmente concebida para llegar a lo más profundo de nuestra mente, cada uno de nosotros tenemos alguna canción que nos traslada a ese estado mental de paz, ya sea con rock, música clásica, o con música tradicional africana. Aquí es donde entra también la música concebida especialmente para relajarnos. Normalmente se trata de música instrumental, con un elemento ambiental muy fuerte, incluyendo sonidos naturales y voces tranquilas. Normalmente éste tipo de música consigue ayudar a la relajación del individuo; sin embargo, no hay dos mentes iguales, y no tiene por qué funcionar con todos.
¿Como elegimos la playlist?
Por tu objetivo, es decir, lo que vas a trabajar en esa práctica. Si es la relajación, posiblemente necesites una música suave y más lenta. Si es el movimiento, podemos decantarnos por melodías que poco a poco avancen hacia un ritmo más dinámico y alegre.
Motivación: debemos escoger música que nos recuerde momentos agradables. La música tiene un potente impacto sobre nuestros estados mentales. Por ejemplo: si elegimos una música que conocemos y nos gusta, a la hora de afrontar una nueva postura, posiblemente nos mostremos más abiertos y sea menos la frustración si no lo conseguimos.
El volumen: asegúrate de que el volumen no esté tan alto que pueda llegar a ser molesto, así como, de que no haya cambios bruscos de volumen en medio de la sesión.
Es preferible no utilizar música, a no ser que se haya elegido a conciencia. La música igual que nos ayuda a hacer la práctica fluida y crear un estado de ánimo agradable, fácilmente, también puede deteriorar la calidad de la clase.