La palabra “meditación” y la palabra “medicina” proceden de la misma raíz. La medicina cura lo físico y la meditación cura lo espiritual. Ambas son fuerzas curativas.
Además, en inglés, la palabra “curar” (healing) y la palabra “entero” (whole) también proceden de la misma raíz. «Estar curado significa estar entero, que no te falta nada». El término “bendito” (holy) también viene de la misma raíz.
Estas tres concepciones nos hablan del poder curativo de la meditación. Pero no confundamos la bendición con un término con connotaciones religiosas. Hablamos de estar en paz, estar completo, pleno. El significado sería algo así como «Eres lo que la existencia quiere que seas, has cumplido tu potencial».
La unión de cuerpo y mente
Una pregunta que nos hacemos habitualmente cuando empezamos a meditar es:
“Cuando practico meditación tiendo a poner tensos los músculos, llegando a ocasionarme dolor. ¿Puedo evitar la molestia?”
¡Sigue practicando! Ya superarás las molestias por razones obvias. Hay dos: primero, es un ejercicio vigoroso y tu cuerpo debe acostumbrarse. Por lo tanto, durante tres o cuatro días tendrás dolores en todo el cuerpo. Con cada nuevo ejercicio activarás músculos que no sueles utilizar. No te preocupes, con la práctica habitual no notarás esta molestia y es más, te sentirás más fuerte que nunca.
En relación a esto, estudios científicos realizados por psicólogos han revelado que nuestro cuerpo no es simplemente físico. En él, en tus músculos, en la estructura de tu cuerpo, penetran muchas otras cosas a través de lo que reprimimos. Por ejemplo, si reprimes la ira, su veneno penetra en tu cuerpo. Se mete en los músculos, se mete en tu sangre. Cualquier cosa que reprimas no se trata sólo de algo mental, es algo físico también. Nuestro cuerpo y nuestra mente no son dos cosas independientes. Por tanto, todo lo que hagas con tu cuerpo alcanza a la mente y todo lo que hagas con la mente alcanza al cuerpo, ya que cuerpo y mente son dos extremos de la misma entidad.
Lo que ocurre en tu cuerpo cuando sientes ira, es que determinadas glándulas segregan sustancias químicas a la sangre. Por eso, cuando estás furioso, puedes hacer cosas que no puedes hacer normalmente. Puedes empujar una enorme piedra: normalmente no podrías. Tras hacerlo no puedes creer que hayas sido capaz de empujar una piedra semejante, o arrojarla o levantarla. Cuando vuelves a estar en tu estado normal, no eres capaz de levantarla porque ya no eres el mismo. Determinados elementos químicos estaban circulando por el cuerpo. Te encontrabas en una situación de emergencia; tu energía completa entró en actividad.
En cambio, cuando un animal se pone furioso, se enfurece de verdad. No tiene reparos morales, no le han enseñado cómo comportarse. Se pone furioso sin más, suelta su ira. En el caso de los humanos, la sociedad interfiere: la moralidad, la etiqueta y una infinidad de cosas. Tienes que bajar el tono de tu ira, aparentar que no estás furioso, simular una sonrisa y bajar el grado de tu enfado. ¿Qué le está pasando al cuerpo? Que estaba listo para pelear; para pelear o huir, para escapar del peligro, para encararlo o escapar de él. El cuerpo estaba listo para reaccionar: la ira es una disponibilidad para la acción. El cuerpo se disponía a ser violento, agresivo.
Al reprimir esta reacción, no descargas completamente la energía, la reprimes. ¿Entonces qué les pasará a todos esos músculos que estaban listos para la agresividad? Se quedarán paralizados. La energía los empuja a que sean agresivos, pero tú los detienes para que no lo sean. Surgirá un desacuerdo. En tus músculos, en tu sangre, en las fibras de tu cuerpo, habrá una reacción. Están dispuesto a expresar algo y tú los estás convenciendo de que no lo hagan. Los estás reprimiendo. Te contamos el poder curativo de la meditación para desbloquear esta energía reprimida.
Meditación para sanar emociones
Esto sucede con cada sentimiento. Ocurre durante años, día tras día. Tu cuerpo se va paralizando. Los nervios se quedan paralizados, no están fluyendo, no están vivos. Se han quedado inertes, confundidos, no se encuentran en un estado natural.
¿Qué le ocurre al cuerpo humano? Ha perdido la espontaneidad natural de su flujo. Está anquilosado. En cada parte de tu cuerpo se aloja un veneno. En cada músculo de él existe ira reprimida, sexualidad reprimida, codicia reprimida; todo: celos reprimidos, odio. Todo se encuentra escondido. Tu cuerpo está realmente enfermo.
Aquí es donde interviene el poder curativo de la meditación. Una vez que empieces a meditar, se liberarán todos estos venenos. La parte del cuerpo que haya quedado endurecida tendrá que derretirse, se volverá de nuevo líquida. Esto supone un gran esfuerzo, pero con el tiempo permitirás que el cuerpo fluya de nuevo. Se sentirá grácil e infantil de nuevo, recuperará su vitalidad.
Los psicólogos dicen que hemos creado una armadura alrededor de nuestro cuerpo; la armadura es el problema. Si se te permitiera una expresión total cuando sientes ira, ¿qué harías? Cuando sientes ira, empiezas a apretar los dientes; quieres hacer algo con las uñas y con las manos, porque es lo que te dicta tu instinto animal. Quieres hacer algo con las manos, destrozar algo.
Si no haces nada, los dedos se te quedarán paralizados; perderán su movilidad, su belleza. No serán unos miembros vivos. Quedarán emponzoñados. Cuando le das la mano a alguien, no hay realmente contacto, falta vida, porque tus manos están muertas.
Todo tu cuerpo está bloqueado, no sólo tus manos. Puedes abrazar a alguien, puedes acercar a alguien a tu pecho, pero eso no es sinónimo de que lo acerques a tu corazón. Son dos cosas diferentes. Puedes acercar a alguien a tu pecho: es un fenómeno físico. Si tienes una armadura alrededor de tu corazón, los sentimientos inmovilizados, entonces permaneces más distante que nunca; no es posible ninguna intimidad. Pero si de veras abrazas a una persona y no hay armadura, ningún muro entre la persona y tú, entonces tu corazón se fundirá en el otro. Surgirá el encuentro, la comunicación.
El poder curativo de la meditación
Tu cuerpo debe expulsar una serie de venenos. Trata de promover un cambio total. La meditación está pensada para crear un caos dentro de ti de modo que puedas reordenar de nuevo todo; de este modo será posible un nuevo orden. Debes destruirte tal como estás, sólo así puede nacer el nuevo ser. Tal cual eres, estás mal encaminado. Tienes que destruirte y sólo entonces podrá crearse algo nuevo. Habrá dolor, pero valdrá la pena.
Continúa haciendo la meditación y que el cuerpo aguante un poco de dolor o tensión. No dejes que el cuerpo se resista; deja que se entregue al sufrimiento. Este sufrimiento viene del pasado, pero pasará. Si aguantas, pasará. Cuando ocurra, entonces sentirás por primera vez un cuerpo. Ahora mismo estás encerrado, no cuentas con un cuerpo ágil, vivo. Incluso los animales disponen de un cuerpo más hermoso y más vivo que el tuyo.
Esta enfermedad es un círculo vicioso, porque si no cuentas con un cuerpo vital tratas de ocultarlo, y cuando lo haces, cada vez queda más inerte; de esta manera no hay necesidad de preocuparse por mantenerlo vivo.
Ahora no puedes sentirlo a causa del dolor. Puede que lo sepas o no, pero el dolor atraviesa todo tu cuerpo. Lo que pasa es que no eres del todo consciente, ya que siempre lo has llevado contigo. Uno tiende a dejar de notar lo que siempre está presente. Lo notarás a través del poder curativo de la meditación, y entonces la mente dirá: “No hagas esto; te va a doler todo el cuerpo”. No le hagas caso a la mente. Continúa haciéndolo.
Al cabo de cierto tiempo, el dolor desaparecerá. Cuando esto ocurra, cuando el cuerpo vuelva a ser de nuevo receptivo y no tenga obstáculos, ningún veneno, te verás rodeado siempre de una halagüeña sensación de felicidad. En todo lo que hagas y en lo que no hagas, una sutil vibración de gozo te rodeará por todo tu cuerpo.
Fuente: El equilibrio entre la mente y el cuerpo