Equilibrio. Una palabra muy común dentro del mundo del yoga. Pero no nos vayamos a lo obvio, lo evidente y lo «sencillo». El equilibrio es mucho más que mantener una postura imposible sobre una sola pierna; es más que caminar por una cuerda que atraviesa un acantilado.
El verdadero equilibrio es balance, igualdad, ecuanimidad, serenidad, armonía elegancia, porte…. imparcialidad. ¿ Verdad que tu mente ha abierto un nuevo mundo después de leer estos conceptos?
Sigue conmigo, que te cuento más.
¿Qué es el equilibrio?
Realmente, la palabra equilibrio y la palabra yoga, apuntan a lo mismo, pues en una práctica de yoga estamos creando precisamente eso: armonía. Buscamos un balance entre nuestros movimientos físicos, y nuestros movimientos mentales, cerebrales, energéticos y sutiles. Lo hacemos a través de técnicas de respiración, de meditación y de cualquier tipo de conexión que consiga mantenernos en estado de igualdad. Ninguna parte de nuestro cuerpo-mente va por libre, y así es como realmente todo funciona. En armonía, en quietud, en paz…
Al hacer asanas, siempre tendemos a poner mucho o poco esfuerzo al hacerlas. Cuando esto sucede, perdemos ese balance al que llamamos equilibrio.
El cuerpo tratará siempre de buscar el camino del menor esfuerzo o la menor resistencia y tratará de compensar la falta de estabilidad o fuerza de la forma más fácil y rápida que pueda, haciendo que el cuerpo pierda su alineación. y deje de estar en equilibrio. En las prácticas de yoga intentamos buscar que el lado derecho y el lado izquierdo de nuestro cuerpo, se armonicen. También la parte posterior y la parte frontal de nuestro cuerpo. Es por eso, que la primera postura que se suele enseñar es «Tadasana» la famosa postura de la montaña. Si aprendemos a ejecutar correctamente ésta postura, a ser conscientes de nuestra estructura corporal y a dominarla desde un estado de quietud y atención plena, todas las demás posturas fluirán sin demasiado esfuerzo.
¿Cuándo lo perdemos?
Recordemos que el estado natural de un cuerpo sano es el que está en equilibrio. Aunque nuestra forma de vivir y de pensar actual, ha provocado que lo perdamos casi por completo.
Algunos hábitos, como sentarse siempre cruzando la misma pierna por encima de la otra, crea un desequilibrio en las piernas y en las caderas que provoca el fortalecimiento de unos músculos y el debilitamiento de otros. Así sostener cualquier otro tipo de postura de una forma serena y sin forzar se vuelve mucho más complicado.
Trabajar equilibrio en yoga
Todo lo que tratamos de hacer durante la práctica de Yoga, no es otra cosa que regresar constantemente a nuestro estado natural de equilibrio, el cual perdimos en algún momento. Protege nuestras fortalezas y trabajar nuestras debilidades nos ayudará a regresar a ese estado de armonía y porqué no, a conseguir mantenernos en esa postura imposible más de cinco segundos.
El problema surge cuando los practicantes de yoga, tratamos muchas veces de alcanzar, obsesivamente, esa postura perfecta.
Éstas actitudes y expectativas nos colocan la mente en el futuro, provocando sensaciones de frustración en el presente. Practicar el concepto de equilibrio en todas su extensión, nos mantiene justo en el aquí y en el ahora. Nos permite poner en práctica la idea de permanecer en nuestro estado natural, aquel con el que un día nacimos. Practicar con la idea de regresar al lugar al que ya pertenecemos, nos acerca a un estado de satisfacción.
No hay ningún lugar al que ir, más que al momento presente. Nuestro verdadero trabajo es recordar quiénes somos y retornar a ese lugar cálido que es el presente, el silencio interior y la satisfacción pura del que por algún motivo, nos hemos ido alejando.
A continuación, te dejo una pequeña historia que a modo personal, plasma perfectamente el significado de la palabra equilibrio:
Un monje budista, iba con su discípulo monte arriba hacia el templo. Por el camino, pasaron por un río. Al rato, el monje se paró en seco y le dijo a su discípulo que no podría continuar sin beber agua, psique lo mandó al río por el que habían pasado a por ella. El discípulo así lo hizo y al llegar al río se metió en el para coger agua. Al llenar el cuenco vio que el agua estaba turbia y por más que lo intentaba, no conseguía recoger agua clara. Así que volvió con el cuenco lleno de agua turbia donde estaba el monje.
El monje le dijo : _ ¿ Cómo piensas que me voy a beber ese agua llena de barro?, ¡eso no sirve! tendrás que volver a por agua cristalina para que pueda beber.
Su discípulo le explicó lo sucedido, a lo que el monje le contestó: _ No es posible encontrar agua clara su estás dentro del río. Has de esperar fuera, observar como el agua corre, hasta que el agua se aclare. Sólo así conseguirás tener agua clara.
Moraleja: Y es que, el equilibrio está en la mente.El río de agua son nuestros
pensamientos, a los que debemos observar desde fuera y dejarlos fluir. Cuando estamos
embarradas en ellos, todo se vuelve oscuro. Perdemos la claridad mental, La Paz y el
EQUILIBRIO.
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NAMASTÉ