Con el microcuento hindú que os presentamos hoy: « Cada uno recoge lo que siembra » y aterriza la séptima de muchas historias, que formarán parte de ésta maravillosa sección a la que hemos llamado: «Historias milenarias de la India». Donde recordemos, dejaremos nuestra mente volar a un mundo lleno de fantasía, que nos hará conectar con la más pura realidad.
Y sin más rodeos, te invito a sumergirte en éste maravilloso microcuento, extraído del libro «Cuando Occidente se olvidó de Oriente, se desorientó» ; relatos editados por el Swami Prima Rajendra Das.
Pasen y disfruten de éste microcuento hindú:
Cada uno recoge lo que siembra
Hace muchos años vivía en Rajastán un venerado Guru que se llamaba Sagram.
En aquellos tiempos, la India estaba todavía separada en muchos pequeños reinados gobernados por diferentes reyes. Los funcionarios de éstos, no tenían piedad y le imponían a la gente unos impuestos demasiado altos para el nivel de vida de los campesinos.
Uno de éstos empleados del gobierno, ejecutaba su oficio con tanta dureza que el pueblo ya no sabía como aguantar tan insostenible situación. Decidieron entonces refugiarse en éste Guru Sagram. Y … ¡cómo es el juego del destino!, aquel cruel recaudador de impuestos, eres su discípulo.
El gran Guru lea prometió que iría a hablar con él y que haría todo lo posible, para mejorar esa horrible situación.
Cuando al día siguiente llegó el recaudador y le preguntó a su maestro qué podía hacer por él, el sabio le instruyó:
_No hagas nada por mi, hazlo por los pobres campesinos….¡no seas tan duro con ellos!
_ Tú eres solamente un Guru_ comentó el recaudador _ No sabes como hay que comportare con los campesinos para que paguen los impuestos_ ¿No puedo hacer alguna otra cosa por tí?
_ No_ contestó Sagram.
Entonces el recaudador se marchó a continuar haciéndoles la vida imposible a los campesinos.
El Sri Guru le regañaba, una y otra vez. Y cuando le hablaba, parecía que lo estuviese haciendo contra la pared. El hombre no quería escuchar nada.
Y así, el destino siguió su rumbo. El funcionario finalmente se murió y volvió a renacer en el cuerpo de un camello, convirtiéndose así en propiedad de un hombre que trabajaba en una cantera. Él tenía un trabajo bastante duro: Levar y transportar piedras muy muy pesadas.
Una vez, el dueño cargó al camello con tantas piedras, que aún queriendo, no pudo ponerse en pie. El hombre, enfadado, le ego tan fuerte que aquel camello comenzó a emitir quejidos.
Justo en aquel momento, pasaba el Guru y escuchó el llanto de aquel camello. Como amaba a todas las criaturas vivientes de éste mundo, no puedo evitar sentir pena por aquel animal y bajó la cantera para ver que estaba sucediendo.
_ ¡No le pegues tanto a ese pobre animal!_ le regañó al cantero _¿ No ves que le has puesto una carga demasiado pesada, y ni siquiera se puede levantar?
_ Tú eres sólo un sabio_ contestó el hombre _ ¡no tienes ni idea de cómo tratar a los camellos!_ y continuó pegándole a aquel indefenso animal.
Aquel maestro, capaz de ver son su tercer ojo quién había sido quién en sus anteriores vidas, pudo reconocer en el animal maltratado a alguien que no era otro que su discípulo, el recaudador de impuestos.
¿ Ves?_ dijo al camello. _Ahora estás recibiendo tu karma. Fuiste muy duro con los campesinos y esto son las consecuencias. No me escuchaste cuando se trataba de instruir y por todo lo malo que le hiciste a los campesinos, ahora te toca pagar las consecuencias y aguantar tu karma. Lo único que te puedo prometer, es que tu vida tan miserable va a durar solamente unos pocos años. Cuando se termine, vas a nacer otra vez como una persona humana. Entonces, nos encontraremos de nuevo y vas a tener la oportunidad de aprender a vivir con amor y liberarte de éste mundo material. Espero que no lo vayas a despreciar. Sin embargo, ahora tendrás que pasar por éste karma.
•Moraleja microcuento•
«La ley del karma es inviolable, no se puede destruir, ni quemar, ni secar… Cada acción tiene su respectiva reacción y es lo que nos obliga a permanecer en éste mundo material , tomando diferentes tipos de cuerpos. Nadie nos puede liberar de éste circulo… únicamente nuestras acciones.
¿ Y tú, qué aprendizaje sacas de éste microcuento hindú? Déjanos tus impresiones en comentarios ¡te leemos!
NAMASTÉ