Como bien sabes, el yoga no es solo la capacidad de realizar posturas bonitas. Es una práctica de transformación personal y física, que aporta numerosos beneficios a aquellos que lo practican. El yoga para el dolor crónico está indicado para todo el mundo, independientemente de su situación física. Esto es debido a que adaptamos las asanas al nivel de cada persona, sea cual sea su movilidad y flexibilidad.
El yoga es una forma cada vez más popular de ejercicio y autocuidado, ya que tiene muchos de los mismos beneficios que la práctica de la atención plena. Gracias al enfoque común sobre la respiración, el cuerpo y la conciencia del momento presente, conseguimos promover la relajación en estados de estrés y de agitación.
Yoga para el dolor crónico
El dolor crónico es una afección médica común y grave que afecta a casi el 20% de la población española y que suele tratarse únicamente con analgésicos.
Podemos aliviar el dolor crónico mediante la práctica regular del yoga. Gracias a esta disciplina, podemos reducir el estrés, y los estados de agitación. Con la práctica de asanas, meditación y pranayama, mejoramos nuestro estado físico y mental, según un estudio publicado en el Journal or the American Osteopahic Association. En este estudio, Cynthia Marske afirma:
El yoga y la meditación consciente pueden ayudar a mejorar la estructura y función del cuerpo, lo que favorece el proceso de curación.
El estudio probó que la meditación consciente y el yoga condujeron a mejoras significativas en las percepciones de los pacientes sobre el dolor, la depresión y la discapacidad. El 89% de los participantes aseguraron que el yoga y la meditación les ayudaron a gestionar el dolor.
El dolor crónico a menudo va de la mano con la depresión. La meditación y el yoga basados en la atención plena pueden ayudar a restaurar la salud física y mental del paciente. Pueden ser efectivos solos o en combinación con otras terapias y medicamentos.
Asanas para combatir el dolor crónico
Savasana
Esta asana de relajación profunda a menudo se hace al final de una práctica de yoga, pero también puede ser útil como postura inicial. Acuéstate boca arriba sobre la esterilla de yoga con los brazos a los lados y las piernas extendidas. Deja que todos los músculos del cuerpo se relajen. Concéntrate en inhalar y exhalar a fondo por la nariz y de manera uniforme. Mantén la posición durante 3 a 5 minutos.
Flexión de espalda con soporte
Acostada boca arriba, coloca tres mantas o toallas enrolladas de la siguiente manera: una debajo de las rodillas, otra debajo de los omóplatos y otra debajo del cuello. Con las piernas extendidas y los brazos a los lados, el pecho se elevará de manera natural, creando una curvatura en la espalda. Inhala y exhala por la nariz, dirigiendo la respiración hacia el corazón. Mantén la postura de 1 a 3 minutos.
Inversión
Túmbate boca arriba con las rodillas dobladas y las piernas apoyadas en el asiento de una silla. Usa una toalla o manta enrollada debajo de las pantorrillas y debajo de la espalda para mayor comodidad. Inhala y exhala por la nariz. Mantén la posición de 1 a 3 minutos.
Postura del 4
Acuéstate boca arriba con los pies relajados en el suelo. Coloca el tobillo izquierdo en la rodilla derecha, flexionando el pie. Levanta la rodilla derecha hacia el pecho. Si es posible, usa los brazos para alcanzar a través de la abertura de las piernas y alrededor de la parte posterior del muslo derecho para traer la rodilla derecha más cerca al pecho. Inhala y exhala de manera uniforme por la nariz. Mantén la postura 1 o 2 minutos. Repite el proceso con la pierna opuesta.