Con el microcuento hindú que os presentamos hoy: «El orgullo del hombre y la sabiduría De Dios» y aterriza la quinta de muchas historias, que formarán parte de ésta maravillosa sección a la que hemos llamado: «Historias milenarias de la India». Donde recordemos, dejaremos nuestra mente volar a un mundo lleno de fantasía, que nos hará conectar con la más pura realidad.
Y sin más rodeos, te invito a sumergirte en éste maravilloso microcuento hindú, extraído del libro «Cuando Occidente se olvidó de Oriente, se desorientó» ; relatos editados por el Swami Prima Rajendra Das.
Pasen y disfruten de éste microcuento hindú:
El orgullo del hombre y la sabiduría de Dios
Había una vez un científico, que como en muchas otras cosas, no creía en Dios.
Éste caballero, estaba orgulloso de sus múltiples estudios y siempre ansioso de instruir a los demás y explicarle las cosas desde su punto de vista.
Un bonito día paseando por el bosque, observó a un hombre que meditaba sentado en silencio debajo de un árbol. Se enfadó al verlo así, tranquilo y sereno, meditando en silencio:
_ «¡Qué tontería!, ¡eso es tan estúpido! Está sentado con los ojos cerrados, sin hacer nada. Está perdiendo del tiempo el pobre…. ¡tengo que enseñarle!, pensó _
Y sin más, se acercó a él preguntándole qué demonios hacía. A lo cual, el buen hombre le contestó:
_Eh, yo soy campesino, estoy labrando mi campo y cuando me encuentro cansado, a veces me siento aquí y me quedo meditando. _
El científico, erudito le preguntó de nuevo:
_ ¿Y qué es eso, esta «meditación»? _
_ Pues… lo que hago, es que con todo mi pensamiento, y con todo mi corazón, me concentro en Dios _ respondió el hombre de campo.
_ Y ¿quién es ese Dios al que diriges tus pensamientos?_
El campesino contestó con sencillez y sabiduría:
_ Dios es aquel que te ha creado a tí, a mí y a todo lo que podemos ver a nuestro alrededor; incluso el aire que estamos respirando es su obra._
Y claro, eso ya era demasiado para aquel científico incrédulo, así que dijo:
_ Si tú piensas que todo lo ha creado Dios, entonces tengo que decirte que no tienes mucha cabeza_
El campesino, molesto le dijo:
_ ¿Cómo puede decir que Dios no tiene cabeza?_
_ Claro, de eso no hay duda_ dijo el científico y añadió: Por suerte, la ciencia hoy está tan avanzada que nosotros somos capaces de descubrir dónde ha fallado Dios.
El campesino, curioso, le pidió que se lo explicara y le enseñara alguno de esos fallos.
_Es muy simple_comenzó a explicar el erudito_ Tú que eres campesino, te daré un ejemplo aquí mismo. Mira… por ejemplo ese árbol donde tú estás sentado, es un árbol grande y fuerte pero sin embargo tiene frutos muy pequeños, a penas unas derechitas del tamaño de un hueso de aceituna. Y aquí al lado, en tu campo, crecen melones con unos tallos débiles y finos y con frutas tan grandes que casi no pueden levantarse. Aquí puedes ver claramente, una prueba equívoca del error De Dios, justo delante de tus ojos.
_ Y… ¿nada más?_ preguntó el campesino.
_ ¿ Esto no es para ti suficiente? ¡Él, lógicamente, hubiera tenido que poner las frutas más grandes, en éste caso los melones en el árbol! Si esto te parece poco, puedo llevarte a mi laboratorio. Allí podré enseñarte muchas más cosas.
¡»Oh señor supremo»!, pensaba el campesino, «Por favor, dale una lección a éste pobre hombre, para que pueda comprender al menos un poco quién eres».
En ese preciso momento, cayó del árbol una cereza y rozó la oreja del científico.
_ Y… ¿ésto que ha sido? _ preguntó el campesino sonriendo.
El científico, movió la mano y dijo:
_ Nada, algo que me ha caído encima_
_ ¡Ajá! Una fruta pequeña, ¿verdad?, pues imagínese usted qué le hubiera pasado si en éste árbol crecieran melones… Ahora su cabeza, no estaría así de bien… ¿ no le parece?
_ ¡Oh sí, por supuesto! _ Entendió finalmente el científico, que hasta llegó a ponerse rojo y avergonzado, no quedándole otra opción que aceptar humildemente _
Seguramente así lo pensó Dios, esa es la realidad. ¡Que sabio, perfecto e inteligente!…
_¡Ahora entiendo, que todo lo existente a nuestro alrededor, es absolutamente como debe ser! Aunque nuestro ego y nuestra mente a veces no nos deje verlo con claridad.
•Moraleja microcuento•
« Existen hombres sabios, que jamás han ido a la escuela. Y también existen grandes tontos e ignorantes, con doctorado» No hace falta etiquetar a Dios, simplemente reconocerlo en la naturaleza trascendental, como señor supremo de todo lo existente.
¿ Y tú, qué aprendizaje sacas de éste microcuento hindú? Déjanos tus impresiones en comentarios ¡te leemos!
NAMASTÉ